Satanás en los Caimanes
A principios de este siglo, para Vetagrande fueron buenos tiempos en la minería y llegaron gentes de todos los lugares a trabajar en las minas, el pueblo se convirtió en el centro más importante de la región; en esa época de auge, la población ascendió a "16,000 habitantes" originando una degeneración total, desavenencias desastrosas en las familias enteras se terminaban hasta por desengaños matrimoniales, algo semejante a Sodoma y Gomorra.
Fray Buenaventura de la concepción de Quintero, conocido popularmente como Fray Buenaventura Quintero, era presbítero del templo erigido a la Virgen de Guadalupe, siempre cabalgaba en su caballo cuando salía a oficiar misas en las comunidades circunvecinas; insistentemente desde el pueblito invitaba a sus feligreses a seguir camino de Dios, pues conocía perfectamente los problemas familiares de los habitantes de Vetagrande y hasta cierto punto se senda impotente al mirar a su grey como ovejas descarriadas. Las cantinas repletas de bebedores, pero el lugar más concurrido era la "casa de las mujeres alegres", multitudes de tahúres jugando baraja, toda una caterra de vicios derrochando monedas de plata, sudor de la frente que circulaba en los Caimanes subtérreos del municipio de Vetagrande. En ese tiempo llegó un grupo de misioneros que recorrían el país predicando la palabra de Dios, se entrevistaron con Fray Buenaventura Quintero y analizaron los problemas sociales, llegaron a la conclusión que debido a las manifestaciones propias de los habitantes, seguramente reinaban las fuerzas del mal y en algún lugar del pueblo se encontraba Satanás induciendo a los cristianos al vicio y la degeneración.
Los misioneros tomaron sus atavíos acompañándose de Fray Buenaventura Quintero y recomieron todos los lugares posibles tratando de localizar al demonio, encontraron a un hombre de aspecto repugnante en el interior de los Caimanes y por su apariencia, parecía vivir en ese lugar donde circulaban las aguas negras; tal y como lo imaginaron, era nada menos que el mismísimo Satanás transformado en ser humano, con un hisopo tomaron agua bendita de las vasijas y pronunciaron: "Yo te conjuro Satanás a que dejes este lugar que es estrado de Dios, vete a tus avernos yo te conjuro en el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo". Rezaron además otras oraciones que los sacerdotes utilizaron en esos casos.
Después de pronunciar el conjuro de Satanás, al hombre le salieron unos cuernos descommlales que de tan grandes, no cambian en Los Caimanes, rozaban a un lado y al otro de los muros de piedra mineralizada, haciendo que brotaran chispas a consecuencias de los forzados rozones de su cornamenta. Con enormes dificultades lograron arrojarlo de ahí, entonces, en los tajos de Armados del cerro del Refugio, se sentó Satanás derrotado con amargas lamentaciones volteando siempre a Vetagrande.
Al mes de haber expulsado a Satanás de Los Caimanes, se unieron los malos católicos inducidos por el demonio y expulsaron a Fray Buenaventura, pero después de quince días, frecuentemente lo veían en el Calvario, montado en su caballo blanco y bendiciendo a Vetagrande.
Informante: Antonio Marín y José Manuel Ortiz.
Historia del libro: Relatos de Vetagrande de Raymundo de Lira Quiroz
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